jueves, 8 de julio de 2010

Entre el cielo y el infierno

Aquí estoy, Señor. Vengo a reposar mi alma sobre tus brazos. Mi corazón es un revoltijo de sentimientos, dulces y amargos, con un poso profundo de "este país se ha vuelto loco".

(Antes de nada, voy a ponerle banda sonora de fondo a nuestro encuentro: http://www.youtube.com/watch?v=uIUhplFZYhA)

Mientras te alegras por una victoria de España, que para muchos supone, tristemente, el remedio a todos sus males, tienes que resignarte por saber que una tropelía más está teniendo lugar. Y eso, obviamente, traspasa el corazón de Cristo nuevamente, personificado en esta voz que te habla.
Vengo con mi Señor al huerto de los olivos, a llorar amargamente, por una sociedad enferma que vuelve a cometer la injusticia del calvario en cada frágil e indefenso ser humano, pero sobre todo, vengo a pedirte perdón por no responder a tu eterna llamada. Por ser cobarde, soberbio y autosuficiente, cuando en realidad sin Ti nada puedo y nada soy.
Quiero pedirte especialmente en esta semana por los más indefensos, por los olvidados de los olvidados de nuestra sociedad. Hace unos días se dió un paso adelante para que las tropelías interesadas de unos sujeto que no te han conocido, se permitan legalmente y no haya, como antes, que "saltarse las reglas", actitud, que por otra parte, no ha sido y me temo ahora menos, será sancionada.
Me refiero a los "avances" de la ley del aborto que lo transforma en un derecho y no en lo que es, un asesinato. Desde o más profundo de mi te pido: acuérdate de esos niños, juzgados injustamente, arrebatados de lo más elemental. Lo mejor que tengas que sea para ellos.
También te pido por sus madres, que sepan descubrir que ni eso puede hacerles quedar desamparadas, pues es tu misericordia quien las libera de esa carga humanamente insoportable.
Aquí estoy, Señor, velando con tu Hijo, que es juzgado injustamente, por nuestra falta de amor. Gracias por este momento, por darme vida ante tanta muerte. Mi alma reposa en tus brazos y mi carne descansa serena



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